Una tierra primigenia forjada en lava ancestral

A lo largo de más de 40.000 kilómetros cuadrados, en la frontera oriental de Egipto, se extiende un desierto sin igual: el Desierto Negro.
Gigantescos campos de rocas de basalto endurecidas y oscuras cubren el terreno, prueba de antiguas erupciones volcánicas que dieron lugar a este paisaje único. Bajo el sol, las rocas desnudas irradian calor, contribuyendo aún más a la atmósfera premonitoria.
  • Lugar: Desierto negro
  • País: Egipto
  • Gobernación: Gobernación de Giza, Egipto
  • Edad: El desierto se formó hace unos 70 millones de años
  • Población: Región deshabitada
  • Descubierto por: Tribus beduinas locales
  • Famoso por: Su roca basáltica de color inusualmente oscuro y sus paisajes volcánicos
  • Lugares cercanos: Monasterio de Santa Catalina (150 km al noroeste), ciudad de Hurghada (180 km al noreste)

Un pasado en erupción revelado a través de un terreno accidentado

A lo largo de millones de años, sucesivas coladas de lava y erupciones de volcanes extinguidos hace mucho tiempo construyeron los cimientos del desierto.
Enfriado durante eones en sus características láminas de basalto dentadas, el accidentado terreno hace que atravesar este páramo rocoso resulte formidable incluso para los camellos de pies seguros y las tribus beduinas expertas en el desierto.

Sin embargo, el dramático paisaje ofrece una visión poco común de la historia geológica temprana de Egipto durante la separación de África de los continentes meridionales.

Oasis protegidos entre el fuego y el azufre de la naturaleza

A pesar de las gélidas noches, la resistente flora del desierto se las arregla para sobrevivir allí donde se acumulan bolsas de humedad. Estas franjas verdes contrastan brillantemente con las áridas llanuras circundantes, como esmeraldas esparcidas sobre ónice.

Cerca, pequeños manantiales atraen a animales y aves, creando paraísos efímeros. Para los primeros viajeros que desafiaban el intenso calor, la austera belleza de los escasos oasis del desierto prometía descanso y sustento.

Viajes a las profundidades más oscuras de los páramos orientales

Hoy en día, las visitas se realizan en vehículos de safari especialmente equipados que recorren terrenos escarpados. A medida que el sol se pone carmesí, el frío vespertino se instala sobre ondulantes flujos de basalto, ahora sombras ondulantes.

Sólo la luz de las estrellas ilumina los estrechos pasadizos que se adentran en el corazón del desierto. El profundo silencio se ve interrumpido por el grito ocasional del chacal, que evoca la soledad atemporal de los lugares más antiguos de la Tierra. El Desierto Negro invita a reflexionar sobre nuestro efímero impacto en medio de las eternas fuerzas creadoras de la naturaleza.

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Alegría de viajar

Nuevos descubrimientos refuerzan antiguas leyendas

Recientes estudios por satélite con tecnología de infrarrojos han descubierto misteriosas formaciones geométricas esculpidas en acantilados casi invisibles a simple vista. Sus creadores y significados siguen siendo desconocidos, pero sirvieron de ayuda a la navegación de los primeros mercaderes que surcaban las costas del Mar Rojo.

A medida que se amplían los conocimientos científicos, el Desierto Negro sigue deparando sorpresas que profundizan nuestra comprensión del pasado y las gentes de estas remotas tierras del interior, muy anteriores a la historia escrita. Su naturaleza misteriosa garantiza la abundancia de aventuras para las mentes inquisitivas que se adentran en su oscuridad de otro mundo.